sábado, 25 de octubre de 2008


Los "pobres no son pobres por ser vagos o porque sus gobiernos sean corruptos". Son pobres porque otros se han apropiado de su riqueza, destruyendo su capacidad para crearla. Las riquezas acumuladas por Europa se basaron en las riquezas arrebatadas a Asia, África y por supuesto Latinoamérica. Sin la destrucción de la rica industria textil de la India, sin la aparición del comercio de especias, sin el genocidio de las tribus indígenas americanas, sin la esclavitud africana, la revolución industrial no habría creado nuevas riquezas para Europa o los Estados Unidos, y hasta hoy siguen acumulando riqueza a costas de nuestros recursos naturales, culturales y sociales. Fue la violenta absorción de los recursos del Tercer Mundo y de los mercados del Tercer Mundo lo que creó la riqueza en el Norte – pero simultáneamente creó la pobreza en el Sur.
Dos mitos económicos facilitan el separar dos procesos ligados íntimamente: el crecimiento de la opulencia y el crecimiento de la pobreza. En primer lugar, se ve el crecimiento sólo como crecimiento del capital. Lo que se deja de percibir es la destrucción de la naturaleza y de la economía de subsistencia de la gente que crea este crecimiento. Las dos "externalidades" del crecimiento creadas simultáneamente – la destrucción medioambiental y la creación de la pobreza – son vinculadas luego de forma incidental, no a los procesos de crecimiento, sino entre sí. Se afirma que la pobreza crea destrucción medioambiental. Y se ofrece la enfermedad como remedio: el crecimiento resolverá los problemas de la pobreza y la crisis medioambiental, a los que inicialmente dio lugar.
El segundo mito que separa la opulencia de la pobreza es suponer que si produces lo que consumes es que no produces. Ésta es la base en que se trazan los límites de la producción para las contabilidades nacionales que miden el crecimiento económico. Ambos mitos contribuyen a la mistificación del crecimiento y del consumismo, pero también ocultan los procesos reales que crean la pobreza.
Por otro lado, la economía de mercado dominada por el capital no es la única economía; no obstante, el desarrollo se ha basado en el crecimiento de la economía de mercado. Los costes invisibles del desarrollo han sido la destrucción de otras dos economías: la de los procesos de la naturaleza y la de la supervivencia de la gente. Ignorar o descuidar estas dos economías vitales es la razón por la cual el desarrollo ha planteado una amenaza de destrucción ecológica y una amenaza a la supervivencia humana, habiendo permanecido ambas, sin embargo, como "ocultas externalidades negativas" del proceso de desarrollo.
El comercio y el intercambio de bienes y servicios siempre han existido en las sociedades humanas, pero estaban sujetos a las economías de la naturaleza y de la gente. La elevación del dominio del mercado y del capital creado por el hombre a la posición de principios organizadores supremos ha llevado a descuidar y destruir los otros dos principios organizadores – la ecología y la supervivencia – que mantienen y sostienen la vida en la naturaleza y en la sociedad.
Todas las personas en todas las sociedades dependen de la economía de la naturaleza para su supervivencia. Cuando el principio organizador de la relación entre la sociedad y la naturaleza es la sostenibilidad, la naturaleza se ofrece como propiedad común. Se convierte en un recurso cuando los beneficios y la acumulación se vuelven principios organizadores y dictan imperativamente la explotación de los recursos para el mercado.
Sin agua limpia, suelos fértiles y cosechas y diversidad genética botánica, la supervivencia humana no es posible. Esta propiedad común ha sido destruida por el desarrollo económico, dando lugar a la creación de una nueva contradicción entre la economía de los procesos naturales y la economía de supervivencia, porque la gente privada de sus tierras y medios de supervivencia tradicionales por parte del desarrollo es obligada a sobrevivir en una naturaleza cada vez más degradada.
La gente no muere por falta de ingresos, muere por falta de acceso a los recursos. Los indígenas en la Amazonía, las comunidades montañesas en el Himalaya, los campesinos cuyas tierras no han sido expropiadas y cuyas aguas y biodiversidad no ha sido destruida por la deuda para crear una agricultura industrial poseen riqueza ecológica, incluso aunque no ganen un dólar al día.
Por otra parte, incluso con cinco dólares al día la gente es pobre si tiene que comprar los productos más básicos a precios elevados. Los campesinos indios convertidos en pobres y empujados hacia la deuda durante las pasadas décadas para crear mercados para las costosas semillas y productos agroquímicos a través de la globalización económica están poniendo fin a sus vidas por millares.
Los movimientos contra la globalización económica y el maldesarrollo son movimientos para poner fin a la pobreza poniendo fin a las exclusiones, a las injusticias y a la insostenibilidad ecológica, raíces de la pobreza.
Los millones de dólares US de "ayuda" del Norte al Sur son una ínfima parte de los millones de dólares US que fluyen del Sur al Norte en concepto de pago de intereses y otros mecanismos injustos de la economía global impuestos por el Banco Mundial y el FMI. Con la privatización de los servicios esenciales y la globalización injusta impuesta a través de la OMC se convierte a los pobres en más pobres.

La educación es el único reducto en donde los pobres pueden doblar la mano al destino, como educadores debemos asumir esa realidad, realidad que el sistema actual hace una diferencia entre el más rico y el más pobre, discriminación que a llegado a instalarse en el sistema actual de educación, y que es sostenida desde sus fundamentos.